La incertidumbre social que se ha ido
desarrollando en cualquier parte del mundo reina y se ha vuelto abrumadora. Pocos saben qué pasará mañana, también pocos son los que hacen algo por
averiguarlo. La sociedad actual se encuentra inmersa en un círculo de
actividades y gastos de los que no puede salir y, ni siquiera, tiene tiempo
para pararse a pensar si está inmersa en esa rueda o no. El capitalismo se ha
apoderado de las vidas de todos y sin darnos cuenta va absorbiendo la capacidad
de los individuos de plantearse lo que les rodea, saber quiénes son o qué hacen
con sus vidas.
Con esto quiero llegar al tema, considero, es
el principal problema que plantea tanto el Estado Moderno como el Post-moderno:
la economía.
Pensemos en el tema con imagines. Imaginemos
la economía como un pulpo. Bien, se podría identificar la cabeza de ese pulpo
con bancos, Estados importantes, al estilo de EEUU o China, grandes multinacionales
o grandes fondos económicos existentes. La cabeza cuenta con varios
integrantes, pero todos y cada uno de ellos busca un mismo fin, que es el de
mantener su posición como cabeza del pulpo. Por otro lado, cada uno de los
tentáculos del animal son la multitud de elementos que rodean el eje central,
tales como: Estados de menor relevancia, como España o Rumanía, instituciones
más locales, fondos económicos de menos tamaño o demás entes que podríamos
considerar con cierto poder. Por último, en los tentáculos hay una serie de
ventosas pegadas que se pueden identificar con hogares e individuos.
Pues bien, la cabeza es quien toma las
decisiones y manda órdenes al resto del cuerpo, que deben ser obedecidas sin
posibilidad de objeción. Los tentáculos reciben las órdenes de la cabeza, pero
también son quienes dan directrices a las ventosas, pues hacen que se activen o
desactiven a su merced. Todo este mecanismo de movimiento está impulsado por la
consecución de un fin totalmente imprescindible si el animal quiere mantenerse
con vida, y es el de comer y protegerse de otros animales.
Si trasladamos esta metáfora a la realidad
podemos reconocer dicho mecanismo en cualquier lugar hacia el que miremos.
Quizá, en lugar de haber un único pulpo, encontramos varios que se encuentran
en constante lucha y controversia, y el principal causante de dichas luchas y
disputas es el dinero.
El dinero es lo que manda en el mundo real.
La moral se ha dejado a un lado y el Estado se encuentra en un proceso de
profundo cambio, pero ese cambio viene de dentro, es centrífugo, es decir,
viene de cada una de las ventosas del pulpo. Los individuos, al vivir en
constante incertidumbre, han cambiado sus valores y su moral por la moral del
dinero, la moral donde lo único que importa es el dinero y la capacidad que uno
tenga para conseguir dinero, lo que puede asegurar una cierta estabilidad
mañana.
El cambio que se ha venido produciendo en las
últimas décadas está emergiendo y está asfixiando al Estado Moderno. El Estado
Moderno se está balanceando, casi a punto de derrumbarse, debido al
corrompimiento de la sociedad, las instituciones e incluso las cabezas de pulpo
que se encuentran ahora mismo en activo.
Las instituciones, además de seguir órdenes
de los niveles superiores, tienen una actuación de cierto feed-bag; una actitud en la que “si tú me das, yo te doy”. El
problema es que los individuos no están dispuestos a dar nada a nadie, siempre
que no sea a cambio de algo que realmente les vaya a ser útil para mejorar su
“nivel de vida” o aumentar sus beneficios. Con esta actitud de los ciudadanos,
las instituciones siguen sus pasos, lo que lleva a un continuo distanciamiento
entre instituciones y ciudadanos. El individualismo brilla en la sociedad
actual, pero al mismo tiempo el paternalismo también cobra una gran relevancia…
(algo en lo que no encuentro demasiada lógica).
Del mismo modo, los núcleos de poder acaparan
cada vez mayor nivel potestativo, pero por mucho que apliquen ese dominio a
instituciones, los individuos siguen escapando de ese poder en muchos ámbitos.
Los gobiernos y Estado quedan deslegitimados y son incapaces de gestionar
quejas o reformas propuestas de sus habitantes. Los gobiernos actuales no están
capacitados para actualizarse al mismo ritmo al que lo hacen sus ciudadanos.
Eso, o que en realidad no se encuentran muy interesados en hacerlo. Ahí queda
la duda para muchos. Desde mi perspectiva creo que los gobiernos tienden más a
la segunda opción, el por qué: porque están en una situación realmente
beneficiaria desde el punto de vista económico, y ahí volvemos al punto inicial
donde lo que prima es la economía.
Volviendo al punto inicial en esta última
premisa es por lo que considero que nos encontramos en un constante cambio
social, y al mismo tiempo institucional, que en lugar de avanzar en una misma
línea, se encuentra está dando “un paso adelante y dos atrás”, por lo que,
aparte de que el ritmo es lentísimo, el movimiento es discontinuo, aunque quizá
esto pueda deberse a que realmente no sabemos ni hacia dónde vamos ni hacia
dónde deseamos avanzar.
Para ampliar información sería interesante ver el libro de J. Chevallier, "E'État post-moderne".
No hay comentarios:
Publicar un comentario